Si hubiera que definir a los suplementos alimenticios, diríamos que son fórmulas alimenticias destinadas a incrementar la ingesta dietaria habitual, suplementando la incorporación de nutrientes en la dieta de las personas sanas que, no encontrándose en condiciones patológicas, presenten necesidades básicas dietarias no satisfechas o mayores a las habituales. Pueden presentarse en formas sólidas (comprimidos, cápsulas, granulado, polvos u otras) o líquidas (gotas, solución) y otras formas para absorción gastrointestinal, contenidas en envases que garanticen la calidad y estabilidad de los productos.
Dicho lo anterior, sabemos que hoy en día son innumerables las opciones que nos permiten enriquecer nuestra dieta. Ante tal oferta, es imprescindible elegir estos productos ya que no todos cumplen con las medidas de elaboración e integración de ingredientes que puedan garantizar que no representen un riesgo a la salud.
En México, el organismo responsable de regular y supervisar la venta de estos productos es la Secretaría de Salud, la cual a través de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), vigila que los fabricantes se adhieran a la reglamentación vigente.
También debes saber que este organismo se encarga de informar a la población sobre posibles riesgos, a través de publicaciones de alertas sanitarias de los productos que contienen ingredientes dudosos y/o que describen cualidades terapéuticas que carecen de bases científicas.
Los suplementos alimenticios son todos aquellos que se agregan o suman como cantidad adicional y que buscan suplir alguna deficiencia dietética o no dietética y que puede ser o no necesaria para el cuerpo. Una definición más completa, es la que nos brinda la Ley General de Salud que se refiere a los suplementos como “productos a base de hierbas, extractos vegetales, alimentos tradicionales, deshidratados o concentrados de frutas, adicionados o no, de vitaminas o minerales, que se puedan presentar en forma farmacéutica”.
Algunos ejemplos de los suplementos que sí son necesarios para nuestro organismo, independientemente de nuestro estilo de vida y sobre todo para ciertas situaciones fisiológicas en las diferentes etapas de nuestra vida, son el hierro, que suele utilizarse sobre todo en comunidades donde el índice de desnutrición es elevado o cuando una persona llega a presentar anemia dependiendo del origen de la misma; el ácido fólico, de su uso indispensable durante el embarazo, el calcio, que su uso es recomendable para asegurar una buena calidad de nuestros huesos junto con la Vitamina D.
Es importante recalcar que los complementos y suplementos no son necesarios ni obligatorios en nuestra dieta. Sin embargo, existen porque nuestro estilo de vida y la prisa con la que se vive, muchas veces no nos permite tener una dieta alimenticia balanceada, completa y que hay ciertos nutrientes que son más difíciles de integrar a nuestra dieta por nuestra ubicación en el planeta. Un ejemplo es nuestro consumo de alimentos con aporte de omegas 3 y 6 que podemos encontrar en el aceite de oliva, aguacate, nueces, coco, salmón y muchas veces, a excepción del aguacate, los otros alimentos no se encuentran en el espectro de la dieta de los mexicanos, en ese caso debemos complementar nuestra alimentación a través de complementos que nos ayuden a cubrir con el requerimiento de cada uno de estos micronutrientes. Otro momento en donde podemos echar mano de los complementos y suplementos son los momentos en la vida en donde pasamos por situaciones fisiológicas que nos impiden ingerir estos nutrientes a través de nuestra dieta oral, como el embarazo, enfermedades crónicas, situaciones postoperatorias, entre otras.
Por último en el caso de los adultos mayores que suelen no consumir una gran cantidad de alimentos por problemas en su dentadura o por la dificultad que tienen de tragar alimentos, se recomiendan complementos varios para lograr mantener un estado nutricional del paciente y buscar que no presenten una desnutrición y sobre todo pérdida de masa muscular.
